Desde aquel maravilloso momento en que el más reputado epidemiólogo, Fernando Simón, dijo aquello de que “en España habrá como máximo un par o tres casos de coronavirus” todo cambió. Todo. Bueno, menos su contrato laboral que siguió activo, otro gallo cantaría en la empresa privada…
Y el mundo cambió. Yo pensé que nos haría mejores personas y hoy tengo dudas. Pensé que volveríamos con más valores y más orondos propósitos y hoy tengo dudas. De lo que no tengo duda alguna es que el mundo empresarial ha cambiado, y han sido modificaciones radicales sin vuelta atrás. No hay punto de retorno.
Nunca fui un visionario pero creo que antes de la p(l)andemia ya visualizaba a las empresas del modo que hoy, todos esos cambios, se han acelerado y han venido para quedarse. Y me temo que quien no entienda que los siguientes puntos son la pura realidad, estará viviendo un tiempo pretérito en un mundo que ya no le pertenece y con unos resultados dramáticos a la vuelta de la esquina. Avisados quedan.
Soy advisor, consultor y formador para empresas y todo esto que vemos ahora ya la mayoría de los puntos eran temas míos antes del Covid19, hoy sin duda me son más demandados que nunca:
Los organigramas son inversos (el CEO abajo dando ejemplo) y el verdadero CEO es el consumidor final, el único que puede despedir a toda la empresa solamente haciendo una cosa: comprar a la competencia.
Las estructuras ya no son departamentales de forma lineal. Hoy el centro es el cliente, con forma circular todos los departamentos giran alrededor del mismo, con fuerza centrípeta orientada al cliente y su experiencia como usuario y su satisfacción. Son el foco de cualquier tarea.
El trabajo es híbrido. Hoy centennials en entrevistas de trabajo preguntan antes que el sueldo cuál es el porcentaje del teletrabajo en la empresa.
Empresas que quieran fidelizar el talento joven deberán casar sus propósitos de vida con la misión, visión y valores de la organización.
Los líderes han muerto. Hoy millennials y centennials demandan algo más, una evolución del líder, hablamos de gestores de felicidad, de Gefes con G.
Estamos enfocados en la inteligencia artificial y los robots pero vaticino que por el 2030 las personas y su talento serán más decisivas que nunca, vaticino que los Directores de RRHH (o Humanos con Recursos, por Dios, ¡que ya es hora de cambiar este título de la época industrial!) ganarán más dinero que los CFO´s.
Solamente las empresas que aborden, formativamente, la diversidad generacional lograrán sobrevivir. Vienen tiempos turbulentos donde sacar lo mejor de cada generación en un ambiente de confianza y crecimiento colectivo será garantía de éxito presente y futuro.
Empresas con cultura de bienestar lograrán ebitdas felices. La cultura se desayuna cada mañana a la estrategia.
Reunionitis, comités mensuales (¡y no semanales!) y altas cargas de EGO defendiendo resultados pasados son el testamento de una muerte prematura.
Empresas líquidas con alta velocidad lograrán capear el vendaval. Pivotar e iterar ya no deberán ser solamente jergas de start-ups, empresas titánicas deberán aprender a surfear si quieren llegar a buen puerto.
El EGO es de jefes con J, y es lo que más aleja a las nuevas generaciones. Gefes con G desarrollan habilidades blandas con sincero interés en que su gente crezca profesionalmente y personalmente.
Las generaciones más jóvenes no cambian de empresa, cambian de “jefes”.
Organizaciones con productos y servicios que no miren crear un mundo mejor morirán antes del 2040.
Gracias con G.
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